Sólo para que debanen un poco los sesos los fachos, reemplazo el nombre del destinatario por xxx . Por supuesto tengo el mail con su correspondiente archivo adjunto que llegó, demás está decirlo, a una cuenta de correo mía; y hago todas estas aclaraciones porque hay quién me amenaza con estar juntando datos para "mandar a la fiscalía" (sic). Amenaza más que llevadera, si la comparo con otras. Así las cosas, pongo a vuestra disposición esta bonita carta, en ellas encontraremos algunos "cómos" y algunos "porques". De estas "reflexiones intramuros" es de donde debemos tomar las herramientas para luchar por la memoria, la verdad y la justicia, cito textual:
"Buenos Aires, 18 de mayo de 2008
Querido xxxx:
Querido xxxx:
Busqué y leí el artículo del Mayor Abete a quien conocí y traté (a él y a su familia) en la cárcel de Magdalena. Solíamos ir con mi esposo a pasar el día para ver a los presos “carapintadas”. Te daré mi opinión sincera sobre su artículo.
Aprendí de mi padre algunas cosas. Él no pensaba que entre los “medios democráticos” y los métodos de la guerrilla no hubiera otros medios de lucha. Predicaba una Cruzada, como la de España en el 36, con juicios sumarísimos (así se hace en la guerra) pero juicios y no muertes anónimas. Era partidario de la pena de muerte, cuando correspondía y aplicada por el que tiene legítima autoridad. Se oponía tenazmente a las operaciones tipo “Triple A”. Porque sabrás que es cierto, sobre todo antes del 76, que grupos de militares, policías y civiles salían a vengar la muerte de algún camarada y firmaban “Tres A”. Y esto desesperaba a mi padre. Les decía: “así no, así no; la sangre derramada caerá sobre ustedes y los hijos de ustedes”. Cosa que se cumplió, por desgracia; se está cumpliendo.
En una ocasión fui testigo de una de esas entrevistas de papá con un oficial del Ejército. Cuando el oficial se fue, mi madre y yo entramos a la biblioteca de mi padre y lo encontramos sollozando, con la cabeza entre las manos. Pienso que a mi padre lo mataron por predicar a los militares la doctrina de la guerra justa. Tenía predicamento en Aeronáutica en todo el escalafón; en Ejército, en los cuadros medios y jóvenes. Recorrió durante un año y medio antes de su muerte innumerables unidades militares llevando siempre el mismo mensaje: la guerra justa, no la represión ilegal. Decía que había que armar a aquellos que serían los que tenían que usar las armas para repeler la invasión armada que sufría nuestro país. Me dirás que no hubo un Franco que asumiera el mando y todas las responsabilidades. Y sí, no lo hubo. Eso fue trágico. Que este tema no hay que menearlo delante del enemigo hoy en el poder, de acuerdo. Pero debemos tenerlo en claro para no volver a errar.
La guerra justa contra la guerrilla debe ser librada con sus “mismas armas” en algunos casos, es cierto. Incluso la tortura es a veces necesaria porque se tienen minutos para sacar información vital y tratar de salvar miles de vidas inocentes. Papá nos remitía a la película La batalla de Argel (búscala, es de los fines de la década del 60 o principios de los 70). Evidentemente, este tipo de guerra no incluye clarines ni “blancas armaduras” pero sí requiere tener armada el alma con conceptos claros sobre el bien y el mal. En una guerra no cuenta sólo la eficiencia. La eficiencia pura puede ser, incluso, inmoral. A veces discuto con Nicolás Márquez (a quien quiero muchísimo) porque no entiende aquello de Antonio Rivera (defensor del Alcázar de Toledo): que tu tiro sea certero pero que sea sin odio. La lucha no incluye la venganza. Se puede dar la vida por una causa sin odiar. Eso hizo mi padre. Fue lúcidamente a la muerte. Por eso a mí me gusta llamarlo caído en la guerra contra la subversión marxista y no víctima (salvo en el sentido cristiano de víctima que se inmola).
Mi esposo y yo somos algo más viejos que Abete. Te podemos asegurar que fueron los Generales los que eligieron la lucha “por izquierda”, sentados tras un escritorio (salvo honrosas excepciones). Adujeron dos razones. La primera, que si se declaraba el estado de guerra, Tucumán podía ser declarada “zona liberada” y la guerrilla asumir el estatus de “ejército beligerante”. A la luz de lo que está pasando en Colombia con las FARC, parece una razón válida. Pero la segunda razón era despreciable: los créditos no vendrían si declarábamos la guerra. La política económica del Proceso, de todos modos, fue desastrosa. Volviendo al ejemplo de España, ésta soportó el bloque de seis años después de la guerra mundial. Había que decidirse a pasar por el hambre, el sacrificio, las penurias y no tuvimos esa valentía como nación. Las cosas se dieron como se dieron. Lo hecho, hecho está. Nuestra generación tuvo que asumir el dolor y el horror. En todas las guerras hay horrores. Pero en este tipo de guerra, es peor. Igual hay que librarlas. Los “desaparecidos” son injustificables y el no entregar los cadáveres a las familias fue, a veces, absolutamente estúpido. ¡No entregaron el de Santucho que murió combatiendo a ojos vistas de todo el mundo… y ahora andan excavando Campo de Mayo buscándolo! Cuando se cometen actos injustos se le da armas al enemigo.
Yo también veo, como Abete, que si esto sigue, nuestros amigos, empujados por la desesperación, pueden entrar en una espiral de venganza, no de justicia. Lo que reiteraría el error de los ’70. Hace rato que me hago m… interiormente, pensando en esta posibilidad. Tengo muchos amigos militares presos, injustamente, además tenés que pensar que la nuestra fue una generación partida: muchos camaradas de nuestras luchas juveniles se fueron a Montoneros (obra, sobre todo, de los curas tercermundistas) y otros a la “Triple A” llevados por la ansiedad, la impaciencia, la ofuscación. Lo que menos quiero es que vuelvan a producirse hechos como los que conocí en los ’70.
Hay que encontrar formas justas de lucha. Quizás ustedes, los jóvenes, que están incontaminados, sean capaces de encontrarlas sin caer en los errores de nuestra generación. Este tema es muy delicado. Es para charlarlo personalmente.
En realidad te he contestado sobre el tema de la “acción directa” que vos propones en tu carta. ¿Cómo y cuando es legítima? Te vuelvo a poner el ejemplo español. Los civiles falangistas, requetés, monárquicos liberales, los de CEDA (especie de demócratas cristianos), todos, lucharon encuadrados en las Fuerzas Armadas, en el Ejército Nacional. Eso es lo legítimo. Así ocurrió, incluso, en nuestra Patria, en el año 1955, en la lucha contra Perón. Se crearon “Comandos Civiles” dirigidos y organizados por militares profesionales y actuaron bajo sus estrictas órdenes. Cualquier otro camino es ilegítimo y sólo aumentaría el caos.
En cuanto a los otros métodos que propones: en materia de propaganda usar todos los medios al alcance; si se trata de “piquetes”, el campo lo está haciendo muy bien (intuyo que hay gente “capacitada” que organiza la protesta, ¡ojo! es intuición femenina, nada más). En cuanto al lenguaje que conviene usar, que cada cual encuentre el que le cuadre más. Yo tengo un estilo frontal y directo pero respeto todos los estilos si van hacia el mismo lado. Es importante que todas las organizaciones tengan contacto entre sí lo que no quiere decir que se metan unas en los problemas internos de las otras. La unidad es esencial. Pero te repito: ustedes los jóvenes nos pueden pedir opinión y les conviene aprender de nuestros aciertos, pero sobre todo de nuestros errores. ¡Quémense en nuestro pellejo no en el de ustedes!
Estimo que soy “un pescado raro”. Entre los familiares de los muertos por la subversión, soy la “nona” (tenía 34 años cuando mataron a papá, los otros eran niños, adolescentes y algunos bebés por nacer). Además compartí muchísimo la vida como milicia que llevó mi padre. Mi esposo fue alumno de papá desde los 16 años. Luchamos juntos desde aquella época y hasta ahora en distintos frentes. Milicia es la vida del hombre sobre la tierra, dice el Libro de Job.
Bueno, no divago más. Te mando un abrazo.
María Lilia
(me llamo así pero siempre me han dicho Lis).
PD: Me parece que conviene estudiar el proceso colombiano actual. Partiendo de la base de que a veces se dan en la historia gobernantes excepcionales con cualquier forma de gobierno, parece que Uribe, ciertamente, lo es. Resulta interesante ver hasta dónde puede vencer a sus enemigos interiores y al sistema internacional (la OEA) que lo induce a claudicar frente a las FARC. Uribe diluye, desarma a las “tres A colombianas”, los paramilitares que después de cuarenta años de clandestinidad se volvieron tan corruptos como las FARC. Es cierto que Uribe surge frente a los pésimos gobiernos que lo precedieron que jamás combatieron en serio a la guerrilla. Uribe es el primer gobernante que ejecuta, en serio, una guerra de aniquilamiento de las FARC y, además, parece que gobierna bien. Es un fenómeno para observar.-"
Aprendí de mi padre algunas cosas. Él no pensaba que entre los “medios democráticos” y los métodos de la guerrilla no hubiera otros medios de lucha. Predicaba una Cruzada, como la de España en el 36, con juicios sumarísimos (así se hace en la guerra) pero juicios y no muertes anónimas. Era partidario de la pena de muerte, cuando correspondía y aplicada por el que tiene legítima autoridad. Se oponía tenazmente a las operaciones tipo “Triple A”. Porque sabrás que es cierto, sobre todo antes del 76, que grupos de militares, policías y civiles salían a vengar la muerte de algún camarada y firmaban “Tres A”. Y esto desesperaba a mi padre. Les decía: “así no, así no; la sangre derramada caerá sobre ustedes y los hijos de ustedes”. Cosa que se cumplió, por desgracia; se está cumpliendo.
En una ocasión fui testigo de una de esas entrevistas de papá con un oficial del Ejército. Cuando el oficial se fue, mi madre y yo entramos a la biblioteca de mi padre y lo encontramos sollozando, con la cabeza entre las manos. Pienso que a mi padre lo mataron por predicar a los militares la doctrina de la guerra justa. Tenía predicamento en Aeronáutica en todo el escalafón; en Ejército, en los cuadros medios y jóvenes. Recorrió durante un año y medio antes de su muerte innumerables unidades militares llevando siempre el mismo mensaje: la guerra justa, no la represión ilegal. Decía que había que armar a aquellos que serían los que tenían que usar las armas para repeler la invasión armada que sufría nuestro país. Me dirás que no hubo un Franco que asumiera el mando y todas las responsabilidades. Y sí, no lo hubo. Eso fue trágico. Que este tema no hay que menearlo delante del enemigo hoy en el poder, de acuerdo. Pero debemos tenerlo en claro para no volver a errar.
La guerra justa contra la guerrilla debe ser librada con sus “mismas armas” en algunos casos, es cierto. Incluso la tortura es a veces necesaria porque se tienen minutos para sacar información vital y tratar de salvar miles de vidas inocentes. Papá nos remitía a la película La batalla de Argel (búscala, es de los fines de la década del 60 o principios de los 70). Evidentemente, este tipo de guerra no incluye clarines ni “blancas armaduras” pero sí requiere tener armada el alma con conceptos claros sobre el bien y el mal. En una guerra no cuenta sólo la eficiencia. La eficiencia pura puede ser, incluso, inmoral. A veces discuto con Nicolás Márquez (a quien quiero muchísimo) porque no entiende aquello de Antonio Rivera (defensor del Alcázar de Toledo): que tu tiro sea certero pero que sea sin odio. La lucha no incluye la venganza. Se puede dar la vida por una causa sin odiar. Eso hizo mi padre. Fue lúcidamente a la muerte. Por eso a mí me gusta llamarlo caído en la guerra contra la subversión marxista y no víctima (salvo en el sentido cristiano de víctima que se inmola).
Mi esposo y yo somos algo más viejos que Abete. Te podemos asegurar que fueron los Generales los que eligieron la lucha “por izquierda”, sentados tras un escritorio (salvo honrosas excepciones). Adujeron dos razones. La primera, que si se declaraba el estado de guerra, Tucumán podía ser declarada “zona liberada” y la guerrilla asumir el estatus de “ejército beligerante”. A la luz de lo que está pasando en Colombia con las FARC, parece una razón válida. Pero la segunda razón era despreciable: los créditos no vendrían si declarábamos la guerra. La política económica del Proceso, de todos modos, fue desastrosa. Volviendo al ejemplo de España, ésta soportó el bloque de seis años después de la guerra mundial. Había que decidirse a pasar por el hambre, el sacrificio, las penurias y no tuvimos esa valentía como nación. Las cosas se dieron como se dieron. Lo hecho, hecho está. Nuestra generación tuvo que asumir el dolor y el horror. En todas las guerras hay horrores. Pero en este tipo de guerra, es peor. Igual hay que librarlas. Los “desaparecidos” son injustificables y el no entregar los cadáveres a las familias fue, a veces, absolutamente estúpido. ¡No entregaron el de Santucho que murió combatiendo a ojos vistas de todo el mundo… y ahora andan excavando Campo de Mayo buscándolo! Cuando se cometen actos injustos se le da armas al enemigo.
Yo también veo, como Abete, que si esto sigue, nuestros amigos, empujados por la desesperación, pueden entrar en una espiral de venganza, no de justicia. Lo que reiteraría el error de los ’70. Hace rato que me hago m… interiormente, pensando en esta posibilidad. Tengo muchos amigos militares presos, injustamente, además tenés que pensar que la nuestra fue una generación partida: muchos camaradas de nuestras luchas juveniles se fueron a Montoneros (obra, sobre todo, de los curas tercermundistas) y otros a la “Triple A” llevados por la ansiedad, la impaciencia, la ofuscación. Lo que menos quiero es que vuelvan a producirse hechos como los que conocí en los ’70.
Hay que encontrar formas justas de lucha. Quizás ustedes, los jóvenes, que están incontaminados, sean capaces de encontrarlas sin caer en los errores de nuestra generación. Este tema es muy delicado. Es para charlarlo personalmente.
En realidad te he contestado sobre el tema de la “acción directa” que vos propones en tu carta. ¿Cómo y cuando es legítima? Te vuelvo a poner el ejemplo español. Los civiles falangistas, requetés, monárquicos liberales, los de CEDA (especie de demócratas cristianos), todos, lucharon encuadrados en las Fuerzas Armadas, en el Ejército Nacional. Eso es lo legítimo. Así ocurrió, incluso, en nuestra Patria, en el año 1955, en la lucha contra Perón. Se crearon “Comandos Civiles” dirigidos y organizados por militares profesionales y actuaron bajo sus estrictas órdenes. Cualquier otro camino es ilegítimo y sólo aumentaría el caos.
En cuanto a los otros métodos que propones: en materia de propaganda usar todos los medios al alcance; si se trata de “piquetes”, el campo lo está haciendo muy bien (intuyo que hay gente “capacitada” que organiza la protesta, ¡ojo! es intuición femenina, nada más). En cuanto al lenguaje que conviene usar, que cada cual encuentre el que le cuadre más. Yo tengo un estilo frontal y directo pero respeto todos los estilos si van hacia el mismo lado. Es importante que todas las organizaciones tengan contacto entre sí lo que no quiere decir que se metan unas en los problemas internos de las otras. La unidad es esencial. Pero te repito: ustedes los jóvenes nos pueden pedir opinión y les conviene aprender de nuestros aciertos, pero sobre todo de nuestros errores. ¡Quémense en nuestro pellejo no en el de ustedes!
Estimo que soy “un pescado raro”. Entre los familiares de los muertos por la subversión, soy la “nona” (tenía 34 años cuando mataron a papá, los otros eran niños, adolescentes y algunos bebés por nacer). Además compartí muchísimo la vida como milicia que llevó mi padre. Mi esposo fue alumno de papá desde los 16 años. Luchamos juntos desde aquella época y hasta ahora en distintos frentes. Milicia es la vida del hombre sobre la tierra, dice el Libro de Job.
Bueno, no divago más. Te mando un abrazo.
María Lilia
(me llamo así pero siempre me han dicho Lis).
PD: Me parece que conviene estudiar el proceso colombiano actual. Partiendo de la base de que a veces se dan en la historia gobernantes excepcionales con cualquier forma de gobierno, parece que Uribe, ciertamente, lo es. Resulta interesante ver hasta dónde puede vencer a sus enemigos interiores y al sistema internacional (la OEA) que lo induce a claudicar frente a las FARC. Uribe diluye, desarma a las “tres A colombianas”, los paramilitares que después de cuarenta años de clandestinidad se volvieron tan corruptos como las FARC. Es cierto que Uribe surge frente a los pésimos gobiernos que lo precedieron que jamás combatieron en serio a la guerrilla. Uribe es el primer gobernante que ejecuta, en serio, una guerra de aniquilamiento de las FARC y, además, parece que gobierna bien. Es un fenómeno para observar.-"
A no descuidarse, esta gente se reúne, realiza homenajes, eventos, charlas, cadenas de mails, blogs, publicaciones, etc. Así piensan los que pregonan la "la memoria completa" y la "verdadera historia". Cómo dijo el Pocho, hay que estar atentos y vigilantes; sobre todo atentos, porque vigilantes, como vemos, hay muchos.
1 comentario:
No me quedo claro, si Lis pretende demostrar apertura o está amenazando... Y al padre no le habrá pasado lo de Febres con eso de estar en contra del método?...
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