martes, 23 de diciembre de 2008

96 pruebas de algo que nunca sucedió.



Los apologetas del crimen, y los progenocidas en general, suelen admitir "lamentables hechos, propios de toda guerra", entre ellos incluirán indefectiblemente a la tortura y la desaparición forzada de personas; de la una dirán que "a veces es imprescindible"; de la otra dirán que fueron "excesos y errores". Pero hay dos cuestiones que los eriza, los pone nerviosos. Dos cuestiones a las que no saben que constestar porque exceden el marco pretendidamente justificador del contexto de una guerra; me refiero concretamente a los llamados "vuelos de la muerte" y la apropiación de bebés. De los primeros, mas allá del extenso testimonio de un marino publicado en forma de libro, tenemos la prueba irrefutable de los cuerpos aparecidos en un cementerio en la costa y enterrados como NN en el cementerio de Gral. Lavalle de la monja francesa Leonnie Duquet y de las fundadoras de la agrupación Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Caeraga y María Eugenia Ponce de Bianco. Uno de los acusados por estos crímenes es nada más ni nada menos que el casi liberado Alfredo Astiz.


La segunda cuestión que pone nerviosos a los "valientes soldados que combatieron a la subversión apátrida" y , por supuesto, a todos los energúmenos que los apoyan, es el tema del robo de bebés. De esto existen ya 96 pruebas vivientes. 96 personas robadas a sus padres luego o antes de asesinarlos. 96 testimonios de la saña con que los genocidas actuaron: había que secuestrarlos, había que torturarlos, violarlos, matarlos, arrojarlos vivos al mar...pero además había que robarle los bienes, y cómo si todo eso fuera poco había robarle los hijos. Personas cómo botín de guerra. Dirán qué no hubo un plan sistemático, sino que se trata de ¡96 casos aislados! Ahora tenemos la muestra viva número 96 de algo que para los horribles y sus cómplices de hoy, nunca sucedió.
La nieta 96 de las Abuelas
Hoy anuncian las Abuelas de Plaza de Mayo que lograron restituir la identidad de la niña nacida en 1978, en el centro clandestino de la Quinta de Funes. Es el octavo caso en el año.
Raquel Carolina Negro estaba embarazada de siete meses. La secuestraron en Mar del Plata, el 2 de enero de 1978, igual que a su marido Edgar Tulio Valenzuela. Durante su cautiverio dio a luz a una niña, cuya identidad acaba de ser restituida por la Justicia. Las Abuelas de Plaza de Mayo darán hoy a conocer su historia.
Ella es la octava nieta recuperada por las Abuelas a lo largo del año, y la número 96 desde que comenzaron con las búsquedas. Según los datos del Nunca Más, su madre estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención conocido como la Quinta de Funes, a 20 kilómetros de Rosario. Los sobrevivientes dijeron que el nacimiento fue en marzo de 1978.
En enero de 2008, Rosario/12 entrevistó a un militar acusado del traslado y el secuestro de Negro y Valenzuela. Se trataba de Eduardo “Tucu” Constanzo, que permanece con arresto domiciliario en Santa Fe. En esa entrevista, Constanzo relató algunos de los detalles del cautiverio y el nacimiento de los mellizos que engendraba Raquel. Esos datos le habrían permitido a la Justicia acelerar el hallazgo de al menos de una de las hijas.
“A la chica embarazada que era la mujer de Tulio Valenzuela –dijo entonces el represor– la internan en el Hospital de Paraná como sobrina de Galtieri y la ubican en una habitación con dos camas, aislada, porque no querían que tomara contacto con nadie. Y pusieron a uno de nosotros de custodia las 24 horas. Así, hasta que tuvo los mellizos y me enteré de que el nene había nacido muerto y la nenita la entregaron Pagano y Amelong en un convento. Hay que averiguar en qué lugar fue por la fecha. Esto fue en el año ’78, antes del Mundial.”
En cautiverio, Raquel y Tulio habían decidido fingir ceder a las presiones del Ejército. Y mientras ella se quedó en Quinta de Funes, Tulio viajó a México con un Comando del Ejército para delatar a sus compañeros de militancia política de Montoneros, que estaban refugiados allá. Apenas llegó –recuerda el Nunca Más– burló a sus captores y denunció el operativo. Cuando volvió, lo secuestraron nuevamente. El represor Constanzo admitió que también actuó en ese operativo. Dijo que Inteligencia del Ejército organizó llevarse a Tulio Valenzuela a México para “chupar a Firmenich y a Vaca Narvaja que iban a una reunión. Pero Valenzuela en lugar de ir a la reunión fue a los diarios y dijo que venían militares a matar Montoneros. Se armó un revuelo bárbaro”.
Según el represor, a Raquel la asesinaron “dos o tres meses antes del Mundial de Fútbol”, la misma noche en la que un grupo de militares mató a los detenidos de otro centro clandestino, La Intermedia. “La trajeron a esa chica muerta, desnuda en un auto Peugeot 504”, dijo.
La localización de la hija de Raquel Carolina Negro y Edgard Tulio Valenzuela será dada a conocer este mediodía, durante una conferencia de prensa convocada en la sede de la asociación.
Nota: Página 12

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