Martes 3 de marzo de 2009Ni el anuncio de alerta meteorológico, ni las nubes amenazantes pudieron con la masiva convocatoria al acto-homenaje de ayer en la Plaza de Mayo.
A eso de las 18 hs. por las diagonales y por la Avenida de Mayo comenzaron a llegar a la histórica plaza, infinitas columnas de manifestantes. No faltaron los vecinos autoconvocados que se manifestaban pacificamente golpeando sus democráticas cacerolas. Los cánticos tronaban en las miles de bocas de la muchedumbre: "videla patriota, el pueblo quiere votas", "se va a acabar, se va a acabar esa costumbre de votar", coreaba la muchachada en loca algaravía. Acosada por los cientos de reporteros, fotógrafos y cámaras de los medios nacionales e internacionales que se dieron cita, Cecilia Pando improvisó una mini conferencia de prensa "antes la plaza era de la madres, después fue de todos, ahora es nuestra", bramó la popular dirigente que levantando su derecho dedo pulgar dijo: "Argentinos a vencer porque los argentinos somos derechos y humanos y estamos con el campo". En ese momento muchos se preguntaron ¿se viene la fórmula Pando-De angeli ?.
Un señor sesentón, de prolijo bigote reglamentario, que portaba una pancarta que decía "Ellos se lo buscaron", se manifestó en duros términos en contra del gobierno: "Primero juzgaremos a todos los subversivos que están en el poder, luego juzgaremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente juzgaremos a los tímidos". No faltaron las declaraciones relacionadas con los polémicos dichos de monseñor Williamson : "no fueron seis millones de judíos, no fueron 30.000 desaparecidos...ni siquiera eran 7 los enanitos de Blancanieves!!!", manifestó un anciano que dijo haber pertenecido a "la fuerza". El sonido de los motores de los helicópteros que captaban imágenes aéreas de la impresionante convocatoria fue literalmente tapado por las voces de la multitud que entonaba las estrofas del himno nacional parafraseando al rabino Bergman: "oid mortales en grito sagrado, impunidad, impunidad, impunidad...". "¿Cuantos seremos, Martita?", preguntó una señora, "no sé...cómo un montón, Solange.¡ Y no hay ningún negro...!", le contestó la que estaba a su lado. Cuando todo parecía desarrollarse en calma, un pequeño y aislado incidente caldeo un poco los ánimos. Un grupo de jóvenes con la cabeza rapada, que calzaba borceguíes y lucía azules camperas de aviador "detectó" entre los presentes a una posible infiltrada: desde la vereda del banco, una señora con pañuelo blanco en la cabeza y lentes oscuros, sacaba fotos con una pequeña cámara. Al grito de "¡¡¡una madre de subversivo, una vieja terrorista!!!" la señora fue atacada por diez o doce muchachones nacionalistas que sólo cuando lograron arrebatarle su pequeño bolso se percatoron de su error o exceso. Era una turista holandesa que pasaba por allí. Uno de los organizadores del acto, conocido cómo "Papu", le pidió las disculpas del caso explicándole que "si se había cometido algún delito los responsables serían juzgados por jueces naturales en el fuero castrense"
Fue cayendo la tarde y la muchedumbre se dispersó guardando en su memoria completa esta verdadera historia.
A eso de las 18 hs. por las diagonales y por la Avenida de Mayo comenzaron a llegar a la histórica plaza, infinitas columnas de manifestantes. No faltaron los vecinos autoconvocados que se manifestaban pacificamente golpeando sus democráticas cacerolas. Los cánticos tronaban en las miles de bocas de la muchedumbre: "videla patriota, el pueblo quiere votas", "se va a acabar, se va a acabar esa costumbre de votar", coreaba la muchachada en loca algaravía. Acosada por los cientos de reporteros, fotógrafos y cámaras de los medios nacionales e internacionales que se dieron cita, Cecilia Pando improvisó una mini conferencia de prensa "antes la plaza era de la madres, después fue de todos, ahora es nuestra", bramó la popular dirigente que levantando su derecho dedo pulgar dijo: "Argentinos a vencer porque los argentinos somos derechos y humanos y estamos con el campo". En ese momento muchos se preguntaron ¿se viene la fórmula Pando-De angeli ?.
Un señor sesentón, de prolijo bigote reglamentario, que portaba una pancarta que decía "Ellos se lo buscaron", se manifestó en duros términos en contra del gobierno: "Primero juzgaremos a todos los subversivos que están en el poder, luego juzgaremos a sus colaboradores, después... a sus simpatizantes, enseguida... a aquellos que permanecen indiferentes, y finalmente juzgaremos a los tímidos". No faltaron las declaraciones relacionadas con los polémicos dichos de monseñor Williamson : "no fueron seis millones de judíos, no fueron 30.000 desaparecidos...ni siquiera eran 7 los enanitos de Blancanieves!!!", manifestó un anciano que dijo haber pertenecido a "la fuerza". El sonido de los motores de los helicópteros que captaban imágenes aéreas de la impresionante convocatoria fue literalmente tapado por las voces de la multitud que entonaba las estrofas del himno nacional parafraseando al rabino Bergman: "oid mortales en grito sagrado, impunidad, impunidad, impunidad...". "¿Cuantos seremos, Martita?", preguntó una señora, "no sé...cómo un montón, Solange.¡ Y no hay ningún negro...!", le contestó la que estaba a su lado. Cuando todo parecía desarrollarse en calma, un pequeño y aislado incidente caldeo un poco los ánimos. Un grupo de jóvenes con la cabeza rapada, que calzaba borceguíes y lucía azules camperas de aviador "detectó" entre los presentes a una posible infiltrada: desde la vereda del banco, una señora con pañuelo blanco en la cabeza y lentes oscuros, sacaba fotos con una pequeña cámara. Al grito de "¡¡¡una madre de subversivo, una vieja terrorista!!!" la señora fue atacada por diez o doce muchachones nacionalistas que sólo cuando lograron arrebatarle su pequeño bolso se percatoron de su error o exceso. Era una turista holandesa que pasaba por allí. Uno de los organizadores del acto, conocido cómo "Papu", le pidió las disculpas del caso explicándole que "si se había cometido algún delito los responsables serían juzgados por jueces naturales en el fuero castrense"
Fue cayendo la tarde y la muchedumbre se dispersó guardando en su memoria completa esta verdadera historia.
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