sábado, 27 de febrero de 2010

A LOS ASESINOS...

"Además, esa ley cumplimos y a ella nos ajustamos las fuerzas legales para enfrentar y vencer al terrorismo marxista, sin apartarnos de lo que ella y los reglamentos disponían y sin cometer delito alguno. Con esa ley, dice la Constitución Nacional, debe juzgarse nuestra actuación en la Guerra Contrarrevolucionaria". Si hay dos palabras que sobran en la boca de un miliar son "ley" y "constitución nacional". Y si ese militar fue uno de los que desplegó y comandó la más horrorosa represión ilegal que viviera nuestro país, poner en su boca esas palabras se transforma en una afrenta a la dignidad humana. Menéndez nunca peleó una guerra, a lo mas que llegó fue a comandar una asociación ilícita que se dedicó a secuestrar, violar, torturar, robar, asesinar y a hacer desaparecer gente. Pero hay todavía quienes se empeñan en encontrarle algún rastro humano, digno u honroso al entusiasta lector de Posse. Son los mismos que en desborde de admiración, y conteniendo apenas las ganas de una fellatio, difundieron la versión truchísima del enfrentamiento entre el "malevo" Ferreyra y Juan Carlos Alsogaray (hijo del Teniente General Alsogaray). Los herederos de los horribles, en una estrategia tan repugnante como inservible, niegan. Niegan todo. Niegan todo aquello que por el grado de crueldad y de sadismo no puede admitirse. Así, se niegan los vuelos de la muerte, se niegan las torturas, se niega la apropiación de niños y algunos, los más "patriotas" y "católicos", hasta niegan la existencia de desaparecidos. Y lo que no se niega se calla. De ésta manera los inefables personajes que pregonan la "memoria completa" y que piden "justicia para todos", nada dicen del secuestro, la vejación, la tortura y el asesinato de Floreal Avellaneda, un pibe de 15 años; nada dicen de la desaparición de Clara Anahí Mariani a los 3 meses de edad; nada dicen de las torturas, la golpiza salvaje, la castración y consecuente asesinato de Alvareda, y por supuesto, nada dicen de Susana Valle cuyo caso, por lo paradigmático, se neiga y se calla. Secuestrada, torturada y despojada de sus hijos, Susana fue víctima de Menéndez, ese torturador salvaje que pretende haber peleado una guerra.
Del mismo modo que se difunden mentiras que ensalzan a delincuentes uniformados, se niegan sin argumento los crímenes qué, delincuentes cómo Menéndez cometieron en nombre de dios, la patria y el modelo económico de Martinez de Hoz.



LA HIJA DEL GENERAL FUSILADO POR ORDEN DE ARAMBURu
Murió Susana Valle, símbolo de la última resistencia peronista

Tenía 70 años. Mantuvo viva la causa de su padre. Sufrió persecuciones.




MEMORIA. Valle, en su última entrevista con Clarín, hace dos meses.(Eduardo Carrera)






María Seoane
mseoane@clarin.com


Ninguna frase definiría mejor a Susana Cristina Valle como la que sentenció el gran lingüista e historiador búlgaro Tzvetan Todorov:"Somos memoria". Palabras que señalan el destino humano y, al mismo tiempo, la condición de esta argentina que acaba de morir a los 70 años y luego de una operación que derivó en una infección generalizada.

Susana Valle no fue cualquier memoria: su vida, su nombre y su muerte están asociadas a la turbulenta historia de la Argentina del siglo XX. Hija única del general peronista Juan José Valle y de Dora Cristina Prieto, nació en Avellaneda en 1936. No nació en cualquier cuna, en cualquier tiempo, en cualquier lugar. La familia Prieto era rica y conservadora,
emparentada con el poder económico y político de la Capital. Susana Valle creció entre las sedas y el fraude en la década infame, llamando "tío" a un caudillo conservador como Barceló —hombre que hacía los trabajos sucios al régimen del presidente Agustín P. Justo— y estaba emparentado con sus abuelos maternos.

Pero también fue la hija tardía de Valle, que en los años 40 vira hacia el nacionalismo católico de los militares que sostendrán a Juan Perón en su meteórica carrera hacia el poder. En la década del 50, Susana Valle
siguió el derrotero de su padre. Estudió en Avellaneda pero también en Suiza. Entonces, aprendió a vivir como una joven rica y a pensar como una militante peronista. A ser amiga de los hijos del poder —entre ellos, los Aramburu— y a ser mimada por Perón y Evita.

El derrocamiento de Perón en 1955 fue
una tragedia colectiva pero también personal para los Valle. Porque el general comenzó a preparar la rebelión contra la dictadura de su antiguo amigo, el general Pedro Eugenio Aramburu. En junio de 1956, el mundo conocido por Susana Valleestalló definitivamente. El levantamiento peronista comandado por su padre fracasó, y fue fusilado en la Penitenciaría de la calle Las Heras por orden de Aramburu. Ella fue la última que lo vio antes de que fuera llevado al pelotón de fusilamiento.

Muchas noches debió haber leído la carta que le dejó su padre en la que la comprometía a ser, a partir de entonces, una militante "de la causa del pueblo". Desde entonces, a los 19 años, Susana Valle formó parte de la
resistencia peronista.

"Estuve presa antes de tener la llave de mi casa", solía contestarle a su abuela materna. Susana Valle integró esos comandos y fue
correo de Perón tanto desde Caracas como desde Madrid, cuando el líder exiliado enviaba instrucciones a la resistencia peronista. En los años 60, Susana Valle se fue transformando en un símbolo del peronismo. A fines de esa década, Susana Valle colabora con la formación de la guerrilla peronista, tanto de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) como de Montoneros. Su rol nunca sería militar sino político.

En 1974, integró la conducción del Partido Auténtico, una organización de superficie del Movimiento Peronista Montonero. En 1976, logró
esconderse de la dictadura. En esos años, Susana Valle se casó. El ostracismo voluntario se interrumpió en Córdoba en 1978. El general Menéndez la mandó a prisión y la vigiló personalmente. Fue esposada a una cama de mármol en la morgue de un hospital, embarazada, ysometida a picana eléctrica, se le provocó el parto prematuro de mellizos: uno de ellos nació muerto y fue colocado sobre su pecho y el otro, que nació vivo, fue colocado lejos de su alcance pero a su vista, hasta que Susana lo vio fallecer. Hoy los mellizos descansan en la bóveda del cementerio de Olivos, junto a su abuelo general. Un año después tuvo a su hija, Soledad.

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