jueves, 14 de enero de 2010

Jaimito....te estoy siguiendo de cerca!!!

de:xxxxxxxxxxx@yahoo.com.ar>
para: solundemonio@gmail.com
fecha:
14 de enero de 2010
13:46
asuntoFw:
firmado poryahoo.com.ar


--- El jue 14-ene-10, Alberto <ajaime@fibertel.com.ar> escribió:

De: Alberto <ajaime@fibertel.com.ar>
Asunto: Fw:
Para:
Fecha: jueves, 14 de enero de 2010, 4:30 am

Estimados:
Aquí van dos protocolos modelo, para que cada detenido elabore el suyo, consultando con su abogado los prepare para que integren las presentaciones en organismos internacionales que hará UnoAmérica.
Todos los informes que se presenten con este formato, pasaran a formar parte de un libro a presentar en dichos foros.
Quien se encarga de integrar esta documentación es Jaime Restrepo Secretario Jurídico de UnoAmérica, que está analizando uno por uno, la demora producida por algunos informes incompletos o hehchos muy a la ligera puede subsanarse con un poco de buena voluntad de los mismos interesados, remcomendamos entonces se encarguen de llevarlos a los PPPP para que ellos se ocupen.
Este año debe ser el momento de sacar a la luz todas las violaciones al derecho que han venido sucediéndose sobre este tema con todos, ya ha habido mensajes a las embajadas, habrá mas a los políticos y a los medios y también a los Organismos Internacionales y a los jueces locales.
Recuerden esto es político y todo lo que sume en ese sentido aportará a las soluciones que todos esperamos.
Por favor intenten imprimir y distribuir a cada uno una copia incluida esta carátula.
Un abrazo a todos.
Cada uno que lo hizo sin seguir estos modelos por favor reháganlo. en Córdoba, Santa Fe, San Juan, y otros hay muchos con errores o falencias.
Gracias
Jaime

jueves, 7 de enero de 2010

"Mozo, una memoria, pero completa, con lechuga y tomate" (Primera parte)

Se lo está juzgando, por suerte.

Se lo va a condenar por suerte.
Le darán prisión perpetua, ojalá.




Gabriela Cerruti


PERIODISTA

____

Entrevista a Astiz: 2 horas frente a un asesino

Astiz

Tres Puntos 28 de Enero de 1998 Documento Alfredo Astiz

El texto completo de la entrevista de Gabriela Cerruti Las declaraciones por las cuales lo expulsaron de la Armada argentina. Las referencias a Walsh, Firmenich, Balza y Menem.

El martes 13 de enero a las nueve de la mañana Alfredo Astiz se reunió con nuestra editora periodística Gabriela Cerruti en el Hotel Naval. El contenido de esta charla de casi dos horas se publicó en las últimas dos ediciones de tres puntos, provocó once causas judiciales y terminó con la destitución de Astiz de la Armada.

POR GABRIELA CERRUTI


Dos horas frente a un asesino

La puerta vaivén de Córdoba 622 es un pasaporte al pasado. —Busco a Alfredo Astiz— le digo al recepcionista. —Once punto uno— indica un señor corpulento, de espaldas al mostrador de madera. El recepcionista habla por teléfono, cuelga y me mira. —El señor dice que lo espere un minuto.

El Hotel Naval debe ser uno de los pocos lugares de Buenos Aires en donde todavía le dicen señor a Alfredo Astiz. Es uno de esos hoteles porteños para clase media con alguna pretensión: un poco de cuero, lámparas amarillas prendidas todo el día —porque no hay ventanas que dejen pasar la luz de la calle—, alfombras que merecen estar sucias y muchos espejos. En una vitrina, souvenires de la Armada Argentina: platos con la imagen de la Fragata Libertad por cinco pesos y ejemplares de Nunca Más, definitivamente, un folletín en el que un grupo de marinos sigue empeñado en discutir con nadie si hubo o no desaparecidos.

Alfredo Astiz emerge del ascensor, baja la escalera y me indica con un gesto la mesa de uno de los rincones, un espejo a cada lado que reflejan todo el bar. Se sienta mirando la entrada. Pide dos cafés cortados y agua minera1. Gustavo Niño, el infiltrado en las Madres de Plaza de Mayo, el asesino de Dagmar Hagelin y las monjas francesas, uno de los mayores símbolos del horror que vivió la Argentina bajo la dictadura, no es un “ángel rubio”, como repiten sin sentido las crónicas de las revistas de actualidad que lo muestran bailando en las discotecas o veraneando en Playa Grande. Es un hombre mayor, petiso, todavía rubio y de ojos celestes —eso sí es cierto—, al que le faltan algunos dientes y le sobran algunos kilos. Tiene cuarenta y tres años, Aparenta muchos más. Ya pasaron veinte desde que comandaba los secuestros de la ESMA. Tal vez no se haya dado cuenta. Sonríe inevitablemente, todo el tiempo, y va a sonreír durante las dos horas que durará el encuentro, entre las nueve y las once de la mañana del martes. Da lo mismo si está relatando un asesinato o contando lo que él considera un chiste. Como si quisiera seducir, y es patético. O como si quisiera dar miedo, y es patético.

— ¿Vos sos de izquierda?— pregunta.

—Si la pregunta es si creo que ustedes secuestraron y asesinaron gente, entre ellos bebés, que hay que hubo campos de concentración, sí, creo todas esas cosas.

—Está bien, pero yo también creo todo eso.

– Astiz se ríe. En el 82 le dije a un amigo que me preguntó si había desaparecidos: seguro, hay seis mil quinientos. Supongo que algunos más, no sé exactamente cuántos más. No más de diez mil, seguro. Así como digo que están locos los que dicen treinta mil, también deliran los que dicen que están en México. Los limpiaron a todos, no había otro remedio.

— ¿Qué quiere decir “los limpiaron”?

—Los mataron. ¿Qué iban a hacer? Ya estaba la experiencia del 73, que los habían metido presos y después los amnistiaron, y salieron. No se podía correr el mismo riesgo. No había otro camino.

—Salvo el camino de la justicia.

—Imposible. Te voy a decir por qué. Hubo dos razones. La primera, que era imposible probarles nada. No había una prueba contra ninguno. Todavía no se les pudo probar nada. Si el único juicio que avanzó un poco y después de que el juez trabajó como loco fue el juicio contra Mario Eduardo Firmenich. Esa es la diferencia entre el terrorista, el guerrillero y el subversivo. El subversivo no deja huellas, ni pruebas, no s ele puede probar nada. Pero había una segunda razón y es que las Juntas fueron cobardes. La verdad es que fueron cobardes, no se bancaron salir a decir que había que fusilarlos a todos .Pero tenían razón. En esa época (Francisco) Franco había puesto en España la pena de muerte para los etarras que mataban civiles. Y estaba el proceso contra dos de ellos, que duró años, hubo movilizaciones en la calle, de todo, hubiera sido una locura tenerlos más tiempo encerrados.

— ¿Cómo los mataban?

—No sé, yo hasta ahí no llegaba. A algunos los matábamos en los tiroteos, pero a otros no sé lo que les pasaba, yo los entregaba vivos.

— ¿A cuántos mató usted?

—Nunca le hagas esa pregunta a un militar.

— ¿Por qué?

—Porque preferimos no saberlo.

— ¿Usted participó en alguno de los vuelos en los que tiraban gente al río?

—No, yo no estuve nunca en los vuelos.

—Pero sabe cómo eran.

—Yo hablo por las cosas que hice. A mí me decían: anda a buscar a tal, yo iba y lo traía. Vivo o muerto, lo dejaba en la ESMA y me iba al siguiente operativo.

—Y no sabía qué pasaba adentro de la ESMA.

—Se dijo de todo de la ESMA. Ahora, esta historia de la demolición y el monumento. No voy a hablar ahora, necesito pensarlo. En dos meses hablamos. ¿Qué querés que te diga? ¿Que era lo de las Carmelitas Descalzas, presidido por la Madre Teresa? No, no era. Era el lugar para encarcelar al enemigo, pero lo que ellos no quieren contar, y por eso no habla la mayoría de los sobrevivientes de la ESMA, es que la mayoría de ellos colaboraba, y hasta nos teníamos afecto. Porque uno le va tomando afecto a la gente con la que tiene que convivir muchos días. Yo a algunos Montoneros los respeto, les llegué a tomar afecto.

—Usted los secuestraba y torturaba.

-Yo nunca torturé. No me correspondía ¿Si hubiera torturado si me hubieran mandado? Sí, claro que sí. Yo digo que a mi la Armada me enseñó a destruir. No me enseñaron a construir, me enseñaron a destruir. Sé poner minas y bombas, sé infiltrarme, sé desarmar una organización, sé matar- Todo eso lo sé hacer bien. Yo digo siempre: soy bruto, pero tuve un solo acto de lucidez en mi vida, que fue meterme en la Armada. Yo a los Montoneros los respeto, eran el enemigo. Al único que no respeto es a Firmenich, el único odio en serio que tengo en la vida es Firmenich. Se me escapó por cinco minutos. Fue una de las veces que volví llorando de un operativo. Lo teníamos ahí, y silo agarrábamos lo hacíamos mierda. Y cuando llegamos a la casa se había ido hacía cinco minutos. Después dicen que estaba arreglado con nosotros. Te juro que yo tenía la orden de reventarlo si lo agarraba.

— ¿Quién le daba las órdenes y las misiones?

— Mi jefe, mi superior. Me decían te toca éste, va a estar en tal lado, y nos daban una carpeta que no terminaba nunca. Yo me reía, les decía: ¡Eh!, si tengo que leer todo esto no arranco más. No se podía creer la información que tenían sobre todo, Todos los detalles desde cinco años antes.

— ¿Por qué lo elegían a usted para esas tareas?

—A todos nos tocaba. Iba el que le tocaba. Yo estaba a cargo de un grupo, pero otros de otros. Me acuerdo de operativos jodidos, que no me tocaron a mi, como el de (Rodolfo) Walsh, o el de (Edgardo) Sajón.

— ¿Usted secuestró bebés?

—No, nunca, y me opuse mucho. Esa fue una de mis grandes discusiones. Yo devolví bebés. Esa era una regla básica que teníamos con los Montoneros y había que cumplirla. Ellos no se metían con los nenes ni con las familias. Si cuando pasó lo de Tucumán, que a un coronel le mataron los hijos, yo dije: fue un error de los Montoneros, no lo usen como si fuera que son sanguinarios. Se equivocaron, porque ellos no se las agarraban con las familias. Por eso yo me peleé mucho por el tema de los chicos. Una vez me pasó una cosa terrible. Tuvimos un tiroteo muy jodido, cuando termina entramos y el tipo estaba muerto y había dos chicos sobre la cama. Yo averigüé, y se los devolví a los abuelos. A los tres días me mandan a otro operativo, era una piba sola. Fue durísimo, y en el medio sentí una explosión, que me acuerdo todavía, porque cuando explota algo en medio de un tiroteo no alcanzás a darte cuenta qué es. La piba se había reventado con una granada en la mano. Entramos y había una bañera tapada con colchones y abajo de los colchones dos chicos. Y eran los mismos chicos. En una semana habían perdido al padre y a la madre.

— ¿Qué pasó con los chicos?

—Se los llevé a los abuelos.

— ¿Cómo se llamaban? —No me acuerdo. Me acuerdo de muy pocos nombres.

— ¿Se acuerda de todos los operativos que hizo?

—No, fueron muchísimos. Era el trabajo de todos los días. Llegaba a la mañana, me daban la orden y salia. Por eso es terrible toda esta hipocresía de por qué no discutíamos o nos negábamos. Yo no discutía, primero porque soy milico de alma, y lo primero que me enseñaron es que hay que obedecer a los superiores. Pero, además, porque estaba de acuerdo. Eran el enemigo. Tenía mucho odio adentro. Habían matado a dos mil de los nuestros. ¿Sabés por qué mata un milico? Por un montón de cosas: por amor a la patria, por machismo, por orgullo, por obediencia. Si todo eso no está muy alto, uno no sale todos los días a hacer su trabajo. No es hacer un balance en una empresa. Es arriesgar lo único que uno tiene, que es el cuerpo. Es el lugar donde se guarda la mente. ¿Sabés el cagazo que pasás? Todos los días, a cada rato. Yo sé que alguien me puede matar. Me temblaban las patas en cada tiroteo, te duele todo el cuerpo, yo paso mucho miedo, pasé mucho miedo. Yo me moría del cagazo. Y al día siguiente tenés que salir de nuevo. ¿Vos te creés que se puede hacer todo eso si uno discute las órdenes todos los días? Y así como uno aprende a no discutir órdenes cuando está abajo, aprende a cuidar a su gente cuando está arriba. Es lo primero que te enseñan. Sos responsable de tu gente. Lo peor que te puede pasar en la vida es que se mate alguno de los tuyos. Y ni te digo si es cumpliendo una orden tuya. Por eso todo esto que me pasa a mí ahora no es nada comparado con lo que pasé. Yo estuve en cuatro guerras. Y en más de treinta combates. Estuve en la guerra contra la subversión, estuve infiltrado en la línea enemiga con los chilenos, cuando decían que no había guerra, estuve en las Malvinas y estuve de observador en Argelia. Esta es mi quinta guerra. Quedarme callado, haber aguantado todo este tiempo sin decir nada, es mi última guerra. Porque si yo quisiera… ¿sabés qué? Yo soy el hombre mejor preparado técnicamente en el país para matar a un político o a un periodista. Pero no quiero. Apuesto a este sistema. Aunque no me conviene, a mí me conviene el caos, yo me sé mover mejor en el caos. Pero creo en la democracia. Y creo que durante un gobierno democrático las fuerzas armadas deben ser democráticas. Pero nos están acorralando. Todos los días vienen a verme camaradas a decirme: justamente vos, no puede ser, tenés que liderar un levantamiento Y yo les digo que no, pero ya no se les puede explicar más. ¿Cómo le explico a la gente joven? Por eso creo que (el general Martín) Balza es un cretino. ¿Cómo va a decir que hay órdenes que no hay que obedecer? No existirían las fuerzas armadas si eso fuera cierto. Por algo cuando uno usa a sus subordinados para delinquir es peor, se agrava mucho la pena. Porque los subordinados no pueden desobedecer nunca.

— ¿Se acuerda de todos los operativos que hizo?

—No, te dije que no. Era rutina, el trabajo de todos díos

— ¿No había un registro?, ¿un archivo?

—No, no había nada. Ojo, no era un caos, como quieren decir por ahí. Cuando te daban la orden te la daban con carpeta con toda la información, pero yo no creo que un archivo, es más, te lo juraría. ¿Sabés cuánta gente pasó la ESMA?

— ¿Usted sabe? ¿Cuánta?

-No sé, pero mucha. Y hay muchos sobrevivientes, muchos: más de los que aparecen. Lo que pasa es que no quieren porque si no contarían lo bien que los tratábamos.

—Los que salieron contaron las torturas, los vejámenes…

—Era la guerra. ¿Y ellos? ¿No estaban locos con lo de la pastilla de cianuro? Eso lo inventó Firmenich. Por eso también lo odio. Como jefe militar debería haberse suicidado dignamente después de toda la gente que murió por órdenes suyas. Pero yo me llevo bien con los Montoneros. Algunos son amigos míos. El otro día me encontré con (Rodolfo) Galimberti en un bar, vino y se sentó a mi mesa. Después llegó un amigo mío, así que no pudimos charlar mucho. En realidad yo creo que fue bueno que no lo agarráramos a Firmenich. Porque él hundió a los Montoneros. Yo maté en un tiroteo en Haedo al que era el número tres de los Montos, un tipo menos conocido pero mucho más querido. Lino, le decían. Se llamaba Juan Roqué. Si hubiera estado él al frente, hubiera sido distinta la cosa. Pero lo maté yo. Fue un tiroteo durísimo. Casi me dan en una pierna. Quedé temblando por días. Voló toda la manzana, una explosión tremenda.

—Cómo fue la muerte de Dagmar Hagelin?

—Yo no estuve en ese operativo.

—Todos los testimonios lo acusan a usted.

—No está probado. El mejor testigo que tenían dijo que no era yo, que era un rubio de ojos marrones. Lo que pasa es que la causa prescribió. Además, yo sé quién fue. Yo hubiera preferido que declararan prescripta la causa, porque entonces se hubiera sabido quién fue. .

— ¿Quién fue?

—No voy a decirlo. Yo hablo por mí. No soy como (Alfredo) Scilingo. Por eso me respetan tanto en la Armada. Nunca voy a hablar en contra de un camarada. Es una canallada. Todos hicimos todo, sabíamos lo que hacíamos. Scilingo tiene muy mala fama.

—Scilingo dice que se arrepintió. ¿Usted se arrepiente de algo?

—No, yo no me arrepiento de nada. No soy perfecto, puedo haberme equivocado en algo menor, pero en lo grande no me arrepiento de nada. Scilingo es un traidor. Y hay una cosa que aprendí de mi madre y que es el único consejo que puedo dar: cuidate de los traidores. El que traicionó una vez traiciona siempre.

—Lo dice usted, que traicionó a las Madres de Plaza de Mayo y las entregó para que desaparecieran.

—Yo no las traicioné, porque no era una de ellas y me convertí. Yo lo que hice fue infiltrarme, y eso es lo que no me perdonan. Porque me infiltré dos veces. Cuando me acusan de otras cosas me enojo, pero de eso me río.

—Usted las entregó para que desaparecieran. Cumplí mi trabajo. Además, toda esa historia del beso el día de la entrega es un verso. Yo no estaba ese día.

— ¿No le da asco pensar que se infiltró en un grupo de madres que pedía por sus hijos desaparecidos?

—Eran Montoneras. Recibían órdenes de los Montoneros. Yo respeto a los que piden por sus hijos desaparecidos, pero las madres lo usan para comerciar, por dinero o por política. ¿Vos respetás a Hebe de Bonafini?

—Por supuesto.

—Pero es subversiva, ella no quiere el orden democrático.

—Son madres que lucharon solas contra una dictadura.

—Yo respeto a (Graciela) Fernández Meijide, porque le secuestramos un hijo. Pero ¿y Alfredo Bravo? A Bravo no le secuestraron ningún hijo.

—Lo secuestraron a él.

—Alguna vez voy a escribir yo la historia. No la escribo porque es una tara que tengo: me duele la mano de agarrar la lapicera. Yo que hago tantas cosas físicas, las manos no me sirven para escribir. Igual, yo no creo que haya que decir la verdad. No es cierto que la verdad no ofende. La verdad ofende. Si acá hacemos un contrato social nuevo, tiene que ser así: de estas cosas no hablamos más. No hace falta saber. Los que quieren saber son morbosos. Sí, pasaron cosas horribles. Ellos y nosotros lo sabemos bien. Los Montoneros saben lo que pasó, y nosotros también. Fue una cuestión entre nosotros y no queremos hablar más.

— ¿Por qué habla solamente de los Montoneros?

—Porque nos dividimos el trabajo con el Ejército. Ellos contra el ERP y nosotros contra los Montos. Era natural. La Marina es gorila, antiperonista y anticatólica. Y los Montoneros eran peronistas y católicos. En cambio, el ERP era de radicales de izquierda y ateos, todo lo que odia el Ejército. Pero yo no quiero hablar. Por eso no doy reportajes, ni acepto fotos. Porque ya está. No hay que hablar más. Tengo un amigo que tiene un poemita sobre el escritorio que dice:”Antes de decir la verdad ensillá el caballo. Puede que lo necesites”. Igual, te digo, que no nos sigan acorralando, porque no sé cómo vamos a responder. Están jugando con fuego. Es como si Cassius Clay entra a tu casa y te pega, un día, dos, tres, al final te cansás, y aunque seas más chico le partís una silla en la cabeza. Igual, no somos más chicos. Las fuerzas armadas tienen quinientos mil hombres técnicamente preparados para matar. Yo soy el mejor de todos. Siempre me vienen a ver. Yo les doy siempre el mismo mensaje: tranquilícense, hay que esperar, pasó en todos los países. Pero no sé hasta cuándo. Además, este presidente es el peor de todos. Mucho “hermanito, hermanito” y después te mata. Hermanito, hermanito, y me pasó a retiro, que (Raúl) Alfonsín no había podido hacerlo. Pero no hay que creerles tanto a los periodistas. Para los periodistas ahora resulta que no existió la subversión. Tienen que cuidarse, van a terminar mal. Es como ahora, con el tema de (José Luis) Cabezas. Está bien, lo mataron. Pero no exageren, no es para tanto. ¿Por qué tanto escándalo con Cabezas? ¿Por qué se la pasan diciendo que fue el primer periodista que mataron en democracia? Si fue el segundo.

— ¿Cuál fue el primero?

—Ese que tiraron al Riachuelo encadenado al auto. Bonino, algo así.

— ¿Y usted cómo sabe?

— ¿Cómo no voy a saber? Yo leo todo. Me informo.

— ¿Cómo vive cuando es repudiado cada vez que sale a la calle, no puede salir del país, tiene que estar oculto y es el símbolo de lo peor? —No es así. Y si es así es el sacrificio que tengo que hacer por la Armada. Pero yo hago mi vida normal. Leo libros de física, de historia, de política. Siempre leo tres libros al mismo tiempo. Tengo amigos, anoche estuve en un cumpleaños. La gente de la Armada me cuida y me protege.

— ¿De qué trabaja?

—De nada. No hago nada. Por ahí, cuando pasa algo, me engancho. El otro día a un amigo se le rompió la computadora y fui a arreglársela. Y la otra vez se le incendió el campo a un amigo y fui a apagar el incendio.

martes, 5 de enero de 2010

A confesión de partes...

Gracias, chechu. gracias por admitir desapariciones, torturas, violaciones y asesinatos.

ES EL "MEA CULPA" QUE FALTABA DESPUÉS DEL DE BALZA.
GRACIAS, GRACIAS POR ADMITIR QUE DEFENDÉS A UNA BANDA DE SECUESTRADORES, LADRONES, TORTURADORE, VIOLADORES Y ASESINOS.
UNA VEZ MÁS, ¡GRACIAS!



EXCLUSIVO

Por primera vez, hablan las esposas de los represores Donda, Pernías y Tallada

Graciela de Donda, Ana María de Pernías y Beatriz de García Tallada relatan su experiencia junto a sus maridos, hoy juzgados por los crímenes de la ESMA. Historias escalofriantes.

Por Emilia Delfino

Salida. Las mujeres de García Tallada, Pernías y Donda; junto a Cecilia Pando abandonan los tribunales de Comodoro Py el último martes. Pidieron reserva de imagen.

Graciela de Donda carga un sobrepeso de palabras. La mujer que hace 40 años comparte la vida con el represor Adolfo Miguel Donda Tigel rompió el silencio en una entrevista con PERFIL. Su esposo es señalado por sobrevivientes como el jefe de los secuestros de su propio hermano José María y de su cuñada, María Hilda Pérez, y como el entregador de su sobrina Victoria, nacida en cautiverio en agosto de 1977, criada por otro represor, Antonio Azic.

“Lo que más me duele es que digan que mi marido secuestró a su hermano. (Se quiebra). José María no quería que él estuviese en la Marina, para preservarlo, y a su vez, Adolfo no quería que José María estuviese en la Juventud Peronista para preservarlo. Los dos se querían mucho, se llevaban nueve años. No discutían, eran realmente muy buenos el uno con el otro. Mi marido es una víctima de la pérdida de su hermano”, se adelanta a las preguntas. A su lado están Ana María de Pernías –esposa del represor Antonio Pernías–, Beatriz de García Tallada –mujer del médico de la Armada Manolo García Tallada–, quienes también participaron en la entrevista, y Cecilia Pando.

“En 1977, cuando secuestraron a José María y su esposa, nosotros estábamos en Puerto Belgrano, pero dicen que a Adolfo lo vieron en la ESMA. Ese año nace Victoria Donda. Nosotros nunca supimos del nacimiento de esta chica, ni siquiera sabíamos que mi cuñada estuvo presa en la ESMA ni que estuvo embarazada.” Su testimonio se contradice con el de la familia de María Hilda Pérez que señala a “Jerónimo” o “Palito” –los alias de Donda– como el responsable de los secuestros de sus familiares.

—¿No sabía de la existencia de Victoria?

DONDA: Nos enteramos en 2004, cuando se dio a conocer su caso. Me gustaría saber quién entregó a Victoria y por qué, sabiendo que tenía un tío en la Armada, no se la dieron a mi marido. Eso me va a quedar toda la vida. Pero también sé que esto pasa en una guerra. En una guerra también hay gente cobarde. Hay alguien que mató a su hermano y no se anima a decírselo.

—¿Quién mató a José María, entonces?

D: Lo único que él pudo averiguar es que se lo llevó la Aeronáutica, al igual que a su mujer. Pero después no sé cómo desembocó en la ESMA. Mi marido es una víctima de la pérdida de su hermano, no es un victimario. Eran una familia muy bien constituida. Y nosotros nos hicimos cargo de la primera hija del hermano, Daniela, que es la hermana mayor de Victoria. Yo esto lo quiero dejar en claro para Victoria, para que sepa que realmente nunca supimos de ella.

—¿El intentó rescatarlo?

D: Mi marido siempre actuó con su nombre, eso de los seudónimos son inventos. Siempre buscó a su hermano y yo, al día de hoy, veo a una persona de espaldas con la fisonomía de José María y creo que es él. No creo que todo lo que pasó estuvo bien, entiendo el dolor del otro lado. La que estuvo más cerca de la historia fui yo. Fuimos con mi suegra a muchos lugares a buscarlo.

—Cuando lo acusan del crimen de su hermano, ¿cómo se defiende?

D: A un marido lo llegás a conocer en lo más profundo. Cuando estábamos en Puerto Belgrano, una madrugada, a las 3 de la mañana, lo vi llorando por la muerte de su hermano. Lo amaba.

—¿Pudo hablar con Victoria alguna vez?

D: No, (se quiebra) no es el momento.

—¿Pero quisiera hacerlo?

D: Sí, con el tiempo sí. Cuando estemos en otro país. Yo lo quería mucho a mi cuñado, lo conocía de chiquito. Le decía: “Pensá en tu hija –por Daniela–, pensá en tu mujer”. Pero él estaba tan convencido de lo que hacía. Murió por sus convicciones. Y su hija, Daniela, hoy siente que la abandonaron. Pero él hizo todo por el futuro de su hija. Mirá qué futuro. Seguimos todos enfrentados, estúpidamente. Creo que es un conflicto que algunos les conviene porque sacan rédito.

—¿Se refiere a las indemnizaciones que reciben las familias de los desaparecidos?

TODAS: Por supuesto.

—¿Qué saben que pasó adentro de la ESMA?

D: Creo que de una pequeña verdad, que es que estuvieron (detenidos) en la ESMA, armaron una gran mentira.

PERNIAS: Creo que todo lo aumentaron al cien por ciento.

G. TALLADA: Hay que reconocer que se torturó.

D: La memoria es subjetiva, es lo que vos te acordás. Tiene que ver con lo que viviste, en cambio la historia es lo que pasó.

—Hay muchas acusaciones de violaciones a mujeres detenidas…

D: No. Yo no creo que nadie haya gozado de la tortura.

P: Conocemos a nuestros maridos y sabemos que no.

GT: Yo no lo creo.

—Se han detallado las condiciones inhumanas de vida en la ESMA…

D: En la cárcel, mi marido convive con ratas, cucarachas. A nosotras nos desnudan de a dos para entrar a los penales.

—¿Es comparable?

D: ¿Sabés lo que son siete años de eso? Hace treinta años que vivo esta tortura. Todo lo que ellos pueden contar, nosotras ya pagamos con creces.

—¿Se refiere a la condena social?

D: Nunca sufrimos condena social. Pero sí duele horrores cada vez que tenemos que ir al penal y ver las condiciones en que viven nuestros maridos.

P: Además, el almirante Godoy estuvo en la ESMA y nadie lo toca.

—¿El actual jefe de la Armada operó en la ESMA durante la dictadura?

TODAS: Obvio.

GT: Estuvo en la ESMA en el ‘77: lo saben todos nuestros maridos.


lunes, 4 de enero de 2010

Es boludo pero no se suicida

Muchachos, cagaron!!!,

¡¡¡¡ ni Macri los quiere!!!

Macri busca distanciarse de Guelar por su propuesta de amnistiar a represores

14:00|El jefe de Gobierno porteño recalcó que cree que "los homicidas deben pagar las consecuencias". Pero, en defensa de su asesor, reclamó "una Argentina en la que convivamos con opiniones diversas".

DE BLANCO. El jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, encabezó una conferencia de prensa. (Télam)

El jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, salió hoy a tratar de tomar distancia del asesor del PRO Diego Guelar, quien había propuesto amnistiar a represores. Otros dirigentes del partido ya lo habían criticado, lo mismo que la oposición.

"Yo estoy a favor de que se juzgue absolutamente todo lo que sucedió en el pasado, y que todos aquellos que hayan cometido cualquier tipo de homicidio, paguen las consecuencias", aclaró el jefe del PRO.

Igualmente, Macri advirtió que se trata de su "posición" respecto del tema, y, en defensa de su asesor, recalcó que aboga por una "Argentina en la que convivamos con opiniones diversas", al hablar durante una conferencia de prensa en Parque Patricios.

El jefe de Relaciones Institucionales de PRO, Diego Guelar, había propuesto una ley de amnistía o una consulta popular para ex represores que deben ser juzgados por la Justicia. En horas, fue desautorizado públicamente por las autoridades del partido, que salieron a decir que "las posturas personales de sus adherentes no reflejan el pensamiento partidario".

"Una vez que se expida la Justicia y se produzca este debate que ineludiblemente va a ocurrir y nos acompaña desde hace décadas, estoy convencido de que en el futuro habrá que dictar una ley de amnistía o una consulta popular para realmente transformar el drama en historia, pero no en olvido", había asegurado Guelar en declaraciones radiales.

Durante la misma entrevista, el ex embajador argentino en Estados Unidos habló de "dar vuelta la página". Dijo que la propuesta es "viable porque la Argentina está madurando", pero propuso someterla a un debate público. No obstante, aclaró: "Estoy en contra de cualquier forma de olvido. No hay paralelismo entre el terrorismo de Estado y el delito común, que fue representado por la guerrilla".

Horas después, y a través de un comunicado, el PRO rechazó la propuesta y destacó que "las posturas personales de sus adherentes no reflejan el pensamiento partidario". "En la agenda de PRO no figura el análisis de esa posibilidad", declaró el vicepresidente primero del partido, José Torello.

LA SANTÍSIMA TRINIDAD

El miércoles 31 de octubre de 2007 ésta noticia era publicada por Página 12. Podría decirse de ella que es una de las tantas noticias publicadas durante tanto tiempo sobre las tantas violaciones a los DDHH que cometieron los horribles.

Pero ésta noticia tiene hoy un sentido particular. En ella aparecen los nombres del "inocentísimo" hijo de la "tiernísima anciana-casi-ciega-espidada-por-la-side, “Dante” García Velazco; aparece el nombre de Astíz asociado al de Scheller. Me pregunto ¿será por eso que la patética Erica Solange Scheller lo defiende tanto?¿será que está defendiendo a un "complice" de armas de su padre? ¿será que está defendiendo a aquel que al igual que a su padre "le tocó la tarea de torturar y asesinar"?. También me pregunto ¿es ético "mandar fruta" con la foto fuera de foco de vieja para decir que los dos hijos...de puta que están presos son "inocentísimos"? ¿o acaso ésta es la única anciana casi ciega que tiene dos hijos delincuentes?.
Muchachos de la pereGilada procesista y progenocida, NO AGUANTAN UN ARCHIVO.


“La tortura la llevaban Febres, Scheller y Astiz”

Cuatro sobrevivientes, entre ellos el secretario de Culto, declararon contra Febres.

“¿Sabés dónde estás?, estás en la casa de la tía Ema”, le explicó el represor “Dante” García Velazco a Ricardo Coquet cuando llegó secuestrado a la Escuela de Mecánica de la Armada. Con su testimonio se reanudó ayer el juicio contra Héctor Febres por los delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar. Coquet acusó al prefecto de torturar, preparar los “vuelos de la muerte” y armar el escenario para simular el secuestro de las monjas francesas por la organización Montoneros. Amalia María Larralde escuchó a oficiales responsabilizar a Febres de la muerte de Raimundo Villaflor y relató cómo, por ser madre soltera, fue obligada a registrar al represor Ricardo Cavallo como el padre de su hijo. Andrea Bello, capturada junto a su marido, aseguró que “en general la tortura la llevaban Febres, Raúl Scheller y Alfredo Astiz”. Los tres fueron obligados a trabajar como mano de obra esclava. El actual secretario de Culto, Guillermo Oliveri, secuestrado junto a su mujer Josefa Prada, también brindó su testimonio, aunque no pudo identificar la foto del acusado.

Pasaron las 11 de la mañana y el testigo Ricardo Coquet entró en la sala de audiencias. Llevaba unos apuntes con los nombres de los represores que había visto en la ESMA y en qué situación los había encontrado. Tiempo más tarde, el presidente del Tribunal Oral Federal Nº 5, Guillermo Gordo, le dijo que sólo hablara de “lo que recordara”. El 10 de marzo de 1977, cuando salía junto a su primo de la confitería Las Violetas, fue capturado y llevado en un Ford Falcon hasta el centro clandestino de detención. Es carpintero y formaba parte de la Juventud Universitaria Peronista en la facultad de Medicina. “Se tragó la pastilla el hijo de puta”, gritaron sus captores cuando vieron que se metió en la boca la pastilla de cianuro para “no ser torturado hasta morir”. Finalmente no le hizo efecto y se convirtió en el número 896. Terminó esposado, encapuchado y atado a las patas de una cama.

Roberto Pernías, alias “Trueno”, lo recibió con “paso de corriente por los genitales, la boca y el cuerpo”. “Macho, vos crees que todos tus amigos que están acá están muertos pero nosotros no matamos a nadie”, le aseguró Jorge “Tigre” Acosta, entonces director de la ESMA. Como demostración, lo dejó un rato a solas con Norma Arrostito en la sala de tormentos. “Yo creo que nos van a matar a todos, esto está armado para eso, si delatás a un compañero lo matan y después te matan a vos”, le dijo “la Gaby” en ese encuentro. Días más tarde salió “cianótica” del lugar donde la tenían cautiva. Coquet contó que fingieron un ataque de asma para ingresar a su cuarto e inyectarle cianuro. “Yo, a ustedes voto por matarlos a todos porque no quiero otro juicio de Nuremberg”, le confesó en otro momento un oficial.

Si bien algunos pocos fueron liberados, la gran mayoría murió en los “traslados” y en “la máquina”. “Si no habla lo vamos a mandar para arriba”, le advirtió Acosta para que convenza a un compañero de colaborar. “Viste, se fue para arriba”, cumplió “el tigre, sacadísimo, con la camisa desprendida”. Los miércoles un “Pedro” leía la lista de números que debían formar fila para ir a la enfermería. “Febres me vino a buscar a ‘capucha’ para que bajara al sótano, fui con él y en el sótano vi una fila de compañeros frente a la enfermería para que les inyectaran el ‘pentonaval’.” Así los adormecían, “los desnudaban y los tiraban al mar”.

“Febres era un chancho colorado, con el pelo lacio, era revulsivo, sacado, sudado con una cara de loco y de odio”, describió Coquet al jefe del sector cuatro.

Después de su testimonio, Myriam Bregman, querellante de Justicia Ya, pidió que se desgrabe el relato y sea enviado como evidencia al juez federal Sergio Torres, a cargo de la causa ESMA. Coquet había contado como un “Pedro” –suboficial a cargo de los “verdes”– le dijo: “Hoy tenemos un asadito”. Hacía referencia a la quema de un desaparecido que “cuetearon” en la calle. “Por uno solo no iban a hacer un traslado”, aclaró. En esta oportunidad, el juez Gordo dio lugar al pedido. Anteriormente había negado la presentación de un Powerpoint preparado por la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos con información sobre el centro clandestino recolectada desde hace veinte años.

Amalia Larralde fue la tercera en presentarse en Comodoro Py. Como enfermera, ayudó en los partos de dos embarazadas y entregó a su familia al bebé de Carlos Lordkipanidse –víctima y querellante en el juicio–. Al “Tigre” Acosta “se le ocurrían las cosas más insólitas”, detalló. El había tenido la idea de que Ricardo Cavallo reconociera con un documento falso al hijo de Larralde. Ella explicó que “hace pocos años, a través de un estudio de ADN”, recién pudo cambiar la situación de su hijo. “Acá todos fueron responsables, todos sabían lo que pasaba”, sintetizó.

Informe: Sebastián Abrevaya.